- Estar presentes: Una de las prácticas más importantes y, tal vez la que más nos cuesta, es la de aprender a estar enfocados en el aquí y ahora. Con toda nuestra mente, con nuestro cuerpo, con nuestras emociones y energías disponibles para este momento. Esto que estamos viviendo justo en este instante es lo único que podemos tener y transformar. Disponernos al presente, es ajustar el reloj de la conciencia para activar todo nuestro potencial ahora. Intentemos no perdernos nada de este gran momento de nuestras vidas.
- Alinear nuestro trabajo con nuestros dones: El mejor camino para nosotros siempre será aquel que se alinea con nuestros dones y habilidades esenciales. El que nutre nuestras necesidades y nos revela las maestrías que nuestra alma necesita para evolucionar. Un camino que nos aparte del corazón y de nuestros propósitos, no debería llamarse camino. Intentemos, hoy, revisar si nuestros trabajos y ocupaciones resuenan con nuestro interior o nos alejan del Alma.
- Entrenarnos en aquello que debemos fortalecer: Somos abundantes y completos, pero siempre podemos aprender un poco más. Registrar nuestros dones es tan importante como registrar nuestras dificultades. Una vez que las hayamos identificado, dispongamos parte de nuestra energía en entrenarnos para superar aquellas áreas que representan mayor desafío para nosotros. Siempre activando nuestra paciencia, nuestra constancia, el compromiso y la voluntad de crecer.
- Aprender a pedir & agradecer: Si bien tenemos que intentar dar siempre lo mejor de nosotros, muchas veces necesitamos aceptar que requerimos ayuda. Que no podemos solos. Y esta aceptación es tan importante como la de saber agradecer cada una de nuestras bendiciones diarias y abundancias de la vida. Si prestas atención, notarás que recibes tanto cada día, que hasta podrías enumerarlas y armar listas cada semana. No intentes poder con todo, porque el Universo no espera que demuestres ser invencible, sino que recuerdes cómo ser feliz.
- Estar disponibles: Para recibir lo que hemos estado esperando, para amar, para soltar y dejar ir aquello que debemos entregar, para confiar, para percibir señales y mensajes durante nuestro camino. También, tienes que estar disponible para el descanso, para el no hacer, para calmarte y cesar tu movimiento cuando así lo sientas. Sobrecargados no le servimos a nadie. Estar disponibles es habilitarnos a fluir con el Universo cada día. Aceptando, entregando, embelleciendo lo que se nos fue dado.
- Cuidar tu alimentación: Minuto a minuto, nos estamos alimentando de muchas cosas: Nuestras comidas, nuestros pensamientos, nuestras relaciones, las emociones que estamos acostumbrados a manifestar, aquellas programas que consumimos en forma diaria, música, noticias, entornos, palabras y hábitos. En todas estas áreas, intentemos ser lo más pulcros posibles, lo más orgánicos que podamos. Apuntando a seleccionar con conciencia lo que ingerimos a nuestra vida. Seamos diseñadores y curadores de nuestro presente.
- Abrir & cerrar el día: Con mucha conciencia y respeto, intenta realizar la práctica diaria de tomarte un momento para bendecir tu mañana, establecerle un propósito claro y firme y agradecer que te has levantado. Del mismo modo, antes de ir a dormir, practica el cerrar tu jornada en forma consciente. Agradeciendo por lo vivido, por las abundancias y pidiendo asistencia para aquello que no hayas podido resolver hoy. Si lo prefieres, puedes sumar un envío de luz y amor a alguna persona o situación que lo esté necesitando.
- Cuidar nuestras palabras: El sonido tiene la capacidad de transformar y afectar la materia. Entonces, a través de nuestra propia voz podemos construir, destruir o armonizar todo lo que existe. Por eso, debemos ser muy conscientes del uso que elegimos hacer de nuestras palabras, de nuestros ritmos personales al hablar y al silenciarnos y, sobre todo, trabajar para encontrar nuestro propio sonido.
Aunque te parezcan demasiado simples, podrás comprobar cómo se transforma tu vida cotidiana, al aplicar ciertas técnicas o herramientas pequeñas que se encargan de reconectarte con tu espiritualidad diaria. Acercándote a tu centro y volviéndote consciente de cada momento que vas transitando a lo largo de tu Camino.