Confiar en la vida: las grandes ventajas de ser optimista
Ver el lado positivo de la vida, suele ser más fácil de enunciar que de realizar. Pero aquí está la buena noticia: el optimismo es un hábito que se practica y se incorpora.

La ciencia ha estudiado mucho cómo nos afecta ser optimistas y entre sus variadas respuestas y efectos descubrió que somos nosotros mismos quienes decidimos cómo ver la vida, que un gran porcentaje de nuestro carácter depende de nuestra actitud ante lo que nos sucede y que, por lo tanto, es posible entrenar el cerebro para ser más positivo.

Claves y ejercicios

  • Registrar lo bueno en tu vida. Al final del día, tomate unos 10 minutos para escribir las cosas, hechos o situaciones por las que te sientes agradecida.
  • Olvidar la culpa. Evita responsabilizarte cuando suceda algo inesperado o que consideres negativo. Toma esa situación como un desafío, obstáculo u oportunidad para aprender y crecer. Esto hará que lo que no te gusta o molesta, se resuelva más rápido o deje de repetirse en tu vida. Algo que puede ayudarte es recordarte continuamente que los reveces son solo una cuestión de tiempo.
  • Somos dueño de nuestra vida. Creer y confiar en que en algún punto tenemos el control sobre nuestro destino y puede crear oportunidades para que sucedan mejores cosas.
  • Estudios aseguran que implementar la técnica de “El mejor ser posible” es una de las formas más efectivas de incrementar el optimismo. A través de ejercicios uno se imagina con sus problemas resueltos y todas sus metas logradas.
  • Date el crédito merecido. Ojala querernos, valorarnos o felicitarnos fuera tan fácil como criticarse. Es otro hábito del que hay que aprender.
  • Regalarse palabras de aliento. Al principio quizás te sientas ridícula, pero decirte cosas buenas y positivas sobre  hará que construyas confianza en tus capacidades y en ti misma.

De acuerdo con la ciencia,  poner en práctica estas cuestiones hará crecer nuestra visión positiva en muy poco tiempo. Además, estudios descubrieron que las personas optimistas viven más tiempo, que tienen un 35% menos de posibilidades de morir de un ataque al corazón o un derrame cerebral y su sistema inmunológico más fuerte y hasta que son más propensos a seguir una dieta saludable y ejercitarse regularmente.

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